Este artículo fue publicado para SUMARSE PANAMÁ, en marzo de 2022, con el título:
"0 discriminación: la gran oportunidad de las sociedades para construir un mundo más justo, equitativo y sostenible"
Hace un año y medio publiqué “Come Out! Las empresas también tienen que salir del clóset”. A primera vista, es un libro enfocado a cómo construir organizaciones más diversas e inclusivas, que se vayan adaptando a algunos de los ODS como el 5 (Equidad de Género) y el 10 (Reducción de Desigualdades). Incluso mientras escribía, lo hice pensando especialmente para líderes de las empresas que están moldeando el futuro de Latinoamérica.
Sin embargo, hace un año y medio recibí un mensaje en mis redes que me hizo dar cuenta del impacto de contar mi historia:
“Hola Diego. Disculpa si te molesta que te escriba. Quería saber su podía pedirte algunos consejos. Mi nombre es Pedro, tengo 23 años y vivo en El Salvador. Pues, creo que está de más decirte que soy gay. Pero esto es algo contra lo que he luchado toda mi vida. Yo crecí con muchas inseguridades. Que todo lo que era “así” era Malo y Dios me iba a Castigar. Mi familia empezó a sospechar cuando tenía 13 años, y siempre sentí el desprecio de parte de ellos, aunque lo negara…”
Desde ese día, entablamos con Pedro una amistad en la que comparte sus miedos e inseguridades, pero también sus anhelos y deseos. En cada palabra yo podía leer su ansiedad por salir de la casa en la que habitaba con unas personas que sólo se ocupaban de destrozar su autoestima con insultos y hasta golpes, mientras le obligaban a dar casi todo su salario para mantenerlos, porque lo tenía que hacer para pagar el perdón por su “abominación”. Pagar por ser gay. Pagar para ser auténtico. Pagar para ser humano.
El caso de Pedro no es aislado. Es la realidad de miles de jóvenes que son echados de sus hogares cuando deciden salir del clóset, e intentar vivir su vida. Ni hablar cuando a esta realidad le sumamos la situación de pobreza, o responsabilidades que se suman para cumplir estereotipos de género, como las mujeres que no pueden estudiar porque tienen que cuidar el hogar porque les toca. Pedro era el hombre de la casa, y jamás iba a ser lo suficientemente “buen hombre” si seguía por “ese camino”. Ni se imaginan cuántas charlas le costó a Pedro poder decir “basta” e irse de un día para el otro con amenazas en su propia casa.
La discriminación y el miedo a la diversidad está tan arraigado en nuestra cultura que permea en todas las instituciones. Desde la familia hasta las universidades, desde la iglesia hasta las empresas. Lo peor de todo no es el “hoy”, lo que más miedo me da es el “futuro”. Estas situaciones sólo logran que se perpetue una generación que termina reprimiéndose y consumiéndose en pensamientos de “¿qué hubiera pasado si…?
Yo siempre celebro cuando los países avanzan en legislación anti discriminación, y a favor de la comunidad LGBTQ+ y de la mujer. Sin embargo, si bien las leyes puedes marcar un hito y empezar la transformación, es necesario el cambio estructural de la sociedad para eliminar ese miedo.
Y acá el sector privado se vuelve clave.
Las empresas se han convertido en agentes de cambio, por lo que tienen la obligación moral de cubrir las situaciones de injusticia en aquellos países donde los derechos sociales aún no llegan. Ahora bien, la pregunta que debemos hacernos es “¿Cómo mitigamos ese miedo?”
EDUCANDO
Poseer políticas de inclusión y anti discriminación trae beneficios tanto a nivel de la empresa como para sus individuos:
Y solo por mencionar algunos de los beneficios económicos, las empresas inclusivas tienen un 19% más de ingresos[1]; y generan 2.3 veces más flujo de caja por emplead@ durante un periodo de 3 años[2].
VISIBILIZANDO
Las empresas precisan mostrar que un futuro posible sin discriminación y diverso es posible. Para eso necesitan tomar coraje y anunciar con orgullo cuando viven los valores de la inclusión.
Mostremos a esas mujeres liderando directorios, apoyemos la contratación de personas trans, hablemos con las comunidades de Pueblos Originarios, ampliemos nuestros canales de reclutamiento, pensemos en la accesibilidad de las personas, hagamos alianzas con Fundaciones de Derechos Humanos, perdamos el miedo a decir “esto se hizo siempre así”.
Hoy es la oportunidad de hacer algo diferente y con impacto real en la vida de las personas.
ACTUANDO
Crear espacios libres de discriminación, es tarea de todos los días. Es por eso que idealicé la “Rutina Inclusiva”, basada en 5 pasos que pueden sumarse a la agenda de responsabilidad social de las empresas:
Identificar asuntos que puedan afectar a talentos diversos.
Actualizar políticas y beneficios.
Revisar entrenamientos de diversidad, cubriendo género y orientación sexual.
Respetar y garantizar la privacidad del personal.
Empoderar nuevas generaciones de liderazgo de la diversidad
Esto se puede lograr si trabajamos en la autoconciencia de las personas, por medio de técnicas de coaching ejecutivo, y aplicando algunas técnicas que fortalecen la cultura organizacional, como la escucha activa y la comunicación asertiva.
Estoy convencido de que si logramos aplicar la técnica Educar-Visibilizar-Actuar podremos potenciar exponencialmente el cambio transformacional que nos pide a gritos la realidad Latinoamericana.
No es sólo voz de Pedro que grita “basta de discriminación”, es la voz de todas las personas que buscamos ser auténticas y que luchamos por un futuro con oportunidades de todas formas y colores.
Obs. Los nombres y ciudades fueron adaptados para resguardar la identidad de las personas mencionadas.
[1] Harvard Business Review (2018). How and Where Diversity Drives Financial Performance. (online) https://hbr.org/2018/01/how-and-where-diversity-drives-financial-performance.Fecha de consulta: 02/02/2020
[2] Deloitte 2015. High-Impact Talent Management (online) https://www2.deloitte. com/us/en/pages/human-capital/topics/bersin-hr-news-events.html Fecha de consul- ta: 12/04/2020
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